sÃOO PAULO, SP (FOLHAPRESS) – El Vaticano anunció este miércoles (26) que permitirá, por primera vez, que mujeres y laicos tengan derecho al voto en el próximo sínodo, previsto para octubre. La decisión representa otro paso adelante de la administración del Papa Francisco hacia una Iglesia más abierta y plural, una medida que ha provocado una creciente oposición de los católicos conservadores.
El sínodo en curso hoy, dicho sea de paso, es quizás el ejemplo más radical de la búsqueda del pontífice de una mayor apertura. Establecido en el Concilio Vaticano II, en la década de 1960, el evento funciona como una especie de consulta entre el pontífice y el clero sobre un tema específico. Las discusiones internas sirven de base para que el Papa redacte una exhortación apostólica, un documento que brinda pautas sobre ese tema para el resto de la institución.
Al principio, solo los obispos podían votar en los sínodos. Francisco inicialmente mantuvo la tradición, aunque comenzó a ampliar el evento hacia la sociedad civil, instalando etapas previas de consulta en las comunidades locales.
La decisión anunciada hoy representa la primera vez que miembros de la sociedad civil participarán activamente en la reunión; vale la pena señalar que las mujeres han asistido a sínodos anteriores, pero en la condición de auditoras.
El debate sobre la igualdad de género cobró especial impulso durante el gobierno de Francisco, que llevó a las mujeres a ganar un papel sin precedentes en el Vaticano. Según datos de la Santa Sede, el número de mujeres que trabajan en la Curia romana -es decir, la iglesia administración- se ha triplicado desde la elección de Francisco en 2013, pasando de 812 a 3.114. Su asistencia en comparación con los funcionarios masculinos también aumentó con respecto al papado anterior y pasó del 19,3% al 26,1%.
Sin embargo, se quejan de que el arcaísmo persiste intacto en el catolicismo, ya sea en la cúpula de la iglesia en Roma o en las parroquias de todo el mundo. Son las mujeres, generalmente hermanas consagradas, las que sirven a sacerdotes, obispos y cardenales como sirvientas, a menudo sin ningún derecho reconocido.
La posibilidad de un diaconado femenino -el primer paso en la ordenación católica, seguido de sacerdotes y obispos- tampoco ha avanzado, aunque el Papa creó una comisión para discutir el tema en 2016. La Iglesia Católica sostiene que solo los hombres pueden ser sacerdotes porque Jesús escogió sólo a hombres como sus apóstoles.