Australia considera enviar 41 cazas F-18 a Ucrania

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IGOR GIELOW (FOLHAPRESS) – La telenovela del suministro de aviones de combate a Ucrania para hacer frente a la invasión rusa ha ganado un nuevo actor: Australia, el lejano país de Oceanía que se ha convertido en un actor militar cada vez más relevante en el diseño geopolítico del mundo bajo la Guerra Fría 2.0.

Canberra tiene en sus existencias de guerra 41 cazas F/A-18 Hornet, tipos A (monoplaza) y B (biplaza), restantes de una flota de 75 que operaron desde 1984 hasta 2021. Fueron reemplazados con el tiempo por los actuales 24 F/A-18 Super Hornet, una versión más avanzada del modelo anterior, y los cazas F-35A de quinta generación -56 de los 72 encargados ya están en uso-.

Según publica esta semana el diario Australia Financial Review, están avanzadas las negociaciones entre Ucrania, Australia y Estados Unidos, que son fabricantes de todos los modelos que utiliza la isla-continente y necesitan autorizar las reexportaciones. El gobierno no lo negó, y un asesor australiano del gobierno de Kiev confirmó el estudio.

Según los expertos, la mayoría de los F-18 retirados están en condiciones de volar por algunos años más, y el resto podría usarse para ser canibalizados. Su destino actual sería desmantelado o vendido a una empresa que recupera aviones de combate y los ofrece a los programas de entrenamiento estadounidenses como aviones enemigos: estos son los famosos escuadrones Agressor.

Canberra también estaba negociando alguna compensación de EE. UU. en caso de desguace de los aviones, pero eso ahora también entra en el balance de las negociaciones.

Hasta ahora, las fuerzas de la OTAN [a aliança militar liderada por Washington] acordó, después de mucho debate, formar un consorcio para suministrar viejos cazas F-16, también un producto estadounidense, a Kiev. Pero el proceso es insoportable desde el punto de vista ucraniano.

El F-18 tiene la ventaja sobre el F-16 de ser un avión más grande y capaz, además de tener un motor bimotor, lo que aumenta las posibilidades de supervivencia del piloto en caso de ser golpeado. El informe australiano estima que los modelos estarían listos para volar en hasta cuatro meses, quedando por saber cuánto tiempo llevaría el entrenamiento de los pilotos.

Sea como fuere, tanto Occidente como Ucrania comparten la opinión de que la guerra es una empresa que tal vez lleve años, según las declaraciones y la postura militar de Moscú. Y la Fuerza Aérea de Kiev está bajo una intensa presión: según el sitio web de monitoreo Oryx, 66 de sus 124 aviones de combate ya se han perdido.

Y este es un dato muy conservador, ya que Oryx solo utiliza imágenes públicas y georreferenciadas. Además de las pérdidas en lugares inaccesibles, es importante tener en cuenta que hay más fotos disponibles de pérdidas rusas que ucranianas en suelo controlado por Kiev, por obvias razones de propaganda.

La entrada de Australia en el juego de combate demuestra la postura más agresiva de Canberra en la arena internacional, en principio centrada en la amenaza china percibida en el Indo-Pacífico. El país vive la mayor escalada militar desde la Segunda Guerra Mundial.

Este año, firmó un pacto militar con EE. UU. y el Reino Unido que, durante la próxima década, lo equipará con submarinos de propulsión nuclear. Aukus, como se conoce el acuerdo, es criticado tanto por China como por Rusia, el principal aliado geopolítico de Pekín.

Canberra también forma parte de Quad, un grupo geopolítico anti-China creado por EE.UU. y formado también por Japón e India –un vistazo al mapa explica la acusación de asedio que hace Pekín contra el club–. En cuanto a Ucrania, en el primer año de la guerra los australianos aportaron el equivalente a R$ 2.000 millones en ayuda militar, siendo la entrega más destacada 90 vehículos blindados de transporte de personal Bushmaster.

A medida que continúan las conversaciones, los Países Bajos se han convertido en el principal candidato para suministrar los primeros F-16, en el caso de los modelos A/B antiguos, mientras recibe 52 F-35 nuevos.

El miércoles (7), el gobierno holandés modificó un contrato con un proveedor de aviones Aggressor, Draken, que preveía la compra de 12 F-16, con una opción para otros 28 de las reservas de Amsterdam. Ahora, la venta será solo de seis aviones, lo que sugiere que los demás están listos para enviarse a Ucrania.

La demanda de aviones de combate surgió al comienzo de la guerra en 2022, cuando se hizo evidente el retraso de Ucrania. Polonia quería enviar su MiG-29 soviético, un modelo operado por Kiev, pero fue vetado por EE. UU. en el ámbito de la OTAN, alianza de la que forma parte Varsovia. Eso es porque el presidente Joe Biden tenía miedo de ofender a los rusos.

La sombra de una Tercera Guerra Mundial iniciada por la escalada de la OTAN en el conflicto, aunque indirecta, se prolongó durante todo el año. Poco a poco se fue subiendo el listón: primero fueron los sistemas antiaéreos, luego los misiles de mayor alcance y, finalmente, los tanques.

A principios de este año, Polonia rompió el tabú y dijo que enviaría un número incierto de MiG-29 al gobierno de Volodymyr Zelenskiy, seguida de Eslovaquia, que dijo que ya había suministrado cuatro unidades.

La presión sobre EEUU ha crecido y Biden ha sorprendido a sus aliados al autorizarles a suministrar F-16 y entrenar a los ucranianos, aunque todavía hay dudas sobre cuándo sucederá esto. Ahora la carrera es contra el tiempo: encontrar las armas parece ser el problema menor frente a la dificultad de entrenar a los pilotos, las tripulaciones de tierra y garantizar la sostenibilidad de la operación.

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