jÚLIA BARBÓN
BUENOS AIRES, ARGENTINA (FOLHAPRESS) – El presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció por sorpresa la mañana de este viernes (21), en un video en Twitter, que no se postulará para la reelección. El país elegirá al próximo líder en octubre.
“El contexto económico me obliga a dedicar todos mis esfuerzos a enfrentar los momentos difíciles que atraviesa la Argentina. Como dije hace poco, después de la patria viene el movimiento”, dijo.
Su reelección a la Casa Rosada se consideró poco probable debido a la grave crisis económica y la creciente pobreza que marcaron su gobierno. Fernández, después de todo, es desaprobado por el 71% de los argentinos, el mayor rechazo en la serie histórica de 17 años de la consultora Poliarquía, que difundió la cifra este jueves (20).
El retiro, inusual para un titular, se produce casi un mes después de que su antecesor Mauricio Macri (2015-2018) abandonara la contienda, en la alianza opositora Juntos por el Cambio. Se postuló para la reelección en 2019, pero perdió ante Fernández. A pocos meses de las elecciones, la contienda se considera muy incierta.
En el video de casi 8 minutos en el que hizo el anuncio, editado con imágenes históricas y música emotiva, Fernández evocó la figura del expresidente Néstor Kirchner, de quien fue ministro hace 20 años, y afirmó que llegó a la Presidencia terminando un ciclo de «angustia por el pueblo argentino», en un jab a Macri.
Argumenta que recibió un país que estaba endeudado, en recesión, con mucha pobreza e inflación, además de haber pasado por la pandemia y la Guerra de Ucrania. Aún así, continúa, construyendo casas y realizando obras públicas «como nunca», ampliando los derechos de las mujeres y «tendiendo puentes» en América Latina.
Fernández responsabilizó de la crisis a la fuerte sequía -que afecta a los commodities, una de las principales fuentes de ingresos del país-, además de «los especuladores de siempre, que generan inquietudes, jugando con el dólar ilegal». Terminó pidiendo unidad para afrontar las elecciones generales y llamando a la militancia peronista a participar en las primarias, en agosto. “Es necesario generar un nuevo ciclo”, dijo.
“Fernández envía señales al resto de su arco político y a actores internacionales como Washington y el FMI [Fundo Monetário Internacional]hoy muy relevante para Argentina por la elevada deuda externa”, dice Geraldina Dana, politóloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Entre los nombres considerados presidenciales dentro de la alianza de izquierda está el de la actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, con quien Fernández tiene frecuentes encontronazos -pese a que la oposición explota su imagen de «títere» de la expresidenta-. Cristina ha sido un misterio sobre su candidatura, utilizando la narrativa de que no sería elegible después de ser condenada por corrupción en diciembre.
Esto, sin embargo, sólo ocurrirá si la decisión del tribunal argentino en primera instancia es confirmada por las altas esferas. Asegura ser víctima de «lawfare», término utilizado para referirse a casos en los que el Poder Judicial persigue a un investigado por motivos políticos, y sostiene que la condena fue escrita desde el inicio del proceso.
Otro posible candidato para la alianza es el ministro de Economía, Sergio Massa, pero ambos están en declive en popularidad. Un tercer nombre citado es el de Daniel Scioli, ahora embajador en Brasilia.
Licenciado en derecho, Fernández inició su carrera pública como subdirector jurídico del Ministerio de Economía en el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989). Posteriormente, se convirtió en superintendente de seguros durante la administración de Carlos Menem (1989-1999). También fue diputado por Capital Federal de 2000 a 2003, cuando asumió como jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Hoy es presidente del Partido Justicialista, continuación del Partido Peronista, desde 2021.
El descontento con su actual gobierno está impulsado por el empeoramiento de los índices económicos y sociales. Según Indec, el IBGE argentino, alrededor del 39% de la población está compuesta por pobres y el 8,1% por indigentes, lo que dificulta el retiro de los cuantiosos subsidios otorgados a las familias, incluidas las facturas de luz y gas.
El país está inmerso en la inestabilidad económica. En 40 años de democracia, cumplidos este año, ha atravesado nueve grandes crisis, manteniendo hasta el día de hoy el mismo PIB per cápita de entonces. Pese a este contexto, Fernández es visto como un incompetente para solucionar la crisis, y el titular de Economía, Massa, como alguien colocado para «aguantar los extremos» hasta las elecciones, dándole la piña al próximo gobierno.
El retiro del presidente de buscar la reelección se produce en una semana particularmente tensa. El viernes pasado (14), los argentinos recibieron la noticia de un nuevo récord de inflación acumulada en marzo: 104,3%, el valor más alto de los últimos 31 años.
Posteriormente, se sorprendieron por otro repunte del dólar paralelo «blue», que saltó un 10% en diez días, tras meses de alzas estables. Así, si una persona acudía a una cueva, una casa de cambio ilegal, el último día 10, compraba un dólar a 400 pesos. El jueves (20), ya costaría 432 pesos. Esta es la cita que dicta el día a día del país, y no la oficial.
“Lo que pasa es un rechazo al peso”, dice Miguel Boggiano, director de la consultora Carta Financiera. “El mercado entendió que las acciones del gobierno no funcionan, la sequía empieza a significar algo muy grave y todo esto se está traduciendo en la materialización de esta desconfianza que ya existía”.
Parte de los analistas, sin embargo, relativiza el repunte y dice que no es tan alto en términos reales porque acompaña a la inflación. La economista Carla Arévalo, del Instituto de Estudios sobre Trabajo y Desarrollo Económico (Ielde), llama la atención sobre indicadores positivos de la administración Fernández que son poco comentados.
“Vamos muy bien en varios sectores: actividad productiva, consumo, turismo, además de muy bajo desempleo e informalidad. Los salarios en general siguen el ritmo de la inflación, porque tenemos sindicatos fuertes y la situación ya se está normalizando. Además, hoy hay una estructura de protección social. Esta contiene mínimamente el caos social”.
Sin embargo, cualquier perspectiva de una solución más profunda para la economía se prolongará hasta las elecciones, marcadas por más incertidumbre. La alianza opositora Juntos por el Cambio, que se presenta contra los peronistas, también está en crisis. Tras la retirada de Macri, Patricia Bullrich, expresidenta del Partido Progresista, y Horacio Larreta, gobernador de la capital federal, se disputan la condición de candidato presidencial.
Quien más se beneficia del caos económico y de las luchas internas en las dos principales fuerzas políticas del país, sin embargo, es el candidato visto como un «outsider»: el diputado ultraliberal Javier Milei, del partido A Liberdade Avança, nominalmente por delante en algunos sondeos de intención de voto.
Su principal propuesta es la dolarización total de Argentina, considerada por unos como una sugerencia audaz y, por otros, surrealista, ya que el país no tiene reserva de la moneda estadounidense. Si a Milei le va bien en las primarias, podría desencadenar una fiebre de dólares aún mayor antes de las elecciones, dice el economista Matías Surt, director de la consultora Invecq. «Todo dependerá de lo que pase en agosto».